El cuerpo del guatemalteco José Yovanny Bocel Conoz fue repatriado desde México el jueves, 13 años después de haber sido asesinado en ese país por miembros del crimen organizado.
El cuerpo llegó por carga en un vuelo de Aeroméxico desde la Ciudad de México al aeropuerto de La Aurora, en la ciudad de Guatemala, confirmó a periodistas Rosmary Yacs, abogada de la familia.
En 2012 cuando México dijo haber identificado al fallecido, le envió a la familia un cuerpo, ellos lo honraron, velaron y enterraron, pero tiempo después, supieron que el cuerpo que les entregaron no era del joven fallecido, de entonces 17 años.
Bocel Conoz salió de su comunidad en Camanchaj, en el municipio de Chichicastenango del departamento de Quiché, con rumbo a Estados Unidos en 2011. El joven quería conseguir trabajo y apoyar a su familia, que vive en extrema pobreza, pero su viaje se truncó con su asesinato apenas tras una semana de iniciado su recorrido. El migrante se comunicó con su familia por última vez entonces; les dijo que estaba en Tamaulipas, México, y que pronto cruzaría la frontera. Nunca más se supo de él.
Bocel Conoz fue secuestrado, torturado y asesinado por desconocidos en el estado mexicano de Tamaulipas y que su cuerpo terminó en una fosa común.
Cuando el cuerpo del Bocel Conoz llegue a su comunidad la familia no lo velará; el dolor y el recuerdo de lo sucedido ha sido tan grande que no quieren pasar por ello de nuevo y han decidido que será inmediatamente enterrado, dijo la abogada Yacs.
“Finalmente el día de hoy esperamos que la familia pueda cerrar el ciclo, no ha sido fácil”, añadió.
La cancillería guatemalteca y el Consejo Nacional de Atención al Migrante, (Conamigua) agilizaron trámites para la repatriación y cubrieron los gastos, explicó Raúl Berrios, secretario ejecutivo del Consejo.
“Entre abril y mayo (de 2011), el Ejército mexicano reportó el hallazgo de 48 fosas clandestinas con 196 cuerpos en San Fernando, Tamaulipas. Entre ellos, estaba el de Yovanny. Pero nadie lo sabía”, dijo hace unos meses en un documento la Fundación Para la Justicia en México, una ONG de Derechos Humanos.
Según la Fundación, más de 200 personas fueron asesinadas ese año “y reducidas a códigos forenses con los datos de su identificación sobre los cuerpos de las víctimas”.
A Yovanny Bocel se le asignó la identificación de “Cuerpo 4 Sin Fosa, de la AP 1114”. Sin embargo, un error en el proceso hizo que la etiqueta fuera puesta en el cuerpo de otro hombre joven y el de Bocel recibiera la etiqueta “Cuerpo 5”, lo que provocó que finalmente se enviara el cuerpo equivocado a Guatemala.
En 2013, el gobierno mexicano junto con varias organizaciones civiles –entre ellas el Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF) y la Fundación para la Justicia– crearon una Comisión Forense para identificar más de 300 víctimas de las fosas de San Fernando, en Tamaulipas y de dos masacres: la de los 72 migrantes asesinados en ese mismo lugar en 2010 y la de 49 torsos encontrados en Cadereyta, en el vecino estado mexicano de Nuevo Léon en 2012.
Más de una década después, un centenar de las víctimas de esas dos masacres y de otros crímenes, cuyos cuerpos terminaron en esas fosas, siguen sin estar identificadas. Además, hay otros familiares que reclaman que los cuerpos de sus seres queridos fueron cremados sin autorización o que se entregaron restos a familias equivocadas, entre otros.
El mes pasado, con orden de un juez. la fiscalía guatemalteca exhumó el cuerpo de la persona que fue enviada en lugar de Bocel Conoz. Sus restos aún están en medicina forense, en Guatemala, sin saberse cuál será su destino.