Por Cathrin Schaer -DW-
Las autoridades anuncian que un acuerdo de alto el fuego -que garantizaría el fin de los combates, la seguridad de los civiles palestinos y la liberación de los rehenes israelíes retenidos en Gaza- está cerca. Sin embargo, días u horas después, otros afirman que las conversaciones de alto el fuego se han topado con problemas y que cualquier posible acuerdo vuelve a quedar en suspenso.
Además, tanto el Gobierno israelí como Hamás, organización considerada como terrorista por varios países, se acusan de obstaculizar el acuerdo con exigencias poco razonables y cambios de última hora. De hecho, ya existe un marco básico para un alto el fuego con el que ambas partes parecen estar -en su mayoría- de acuerdo.
El conflicto actual comenzó el 7 de octubre cuando un ataque contra Israel por parte de la milicia de Hamás, con base en Gaza, provocó la muerte de alrededor de 1.200 israelíes. Más de 200 fueron tomados como rehenes. En los meses posteriores, la campaña militar de represalia de Israel en Gaza ha matado, según cifra el ministerio de Salud de la Franja (en manos de Hamás), a casi 40.000 palestinos, en su mayoría civiles, y ha expulsado de sus hogares a gran parte de los 2,3 millones de habitantes del enclave.
La última ronda de negociaciones de alto el fuego comenzó en mayo y, desde entonces, negociadores de varios países, entre ellos Estados Unidos, Qatar y Egipto, han estado tratando de convencer a Israel y Hamás de que se pongan de acuerdo sobre cómo debería funcionar dicho pacto.
El marco
El 31 de mayo, el presidente estadounidense, Joe Biden, esbozó con cierto detalle un marco para un acuerdo de alto el fuego. Biden dijo que se basó en una propuesta israelí. Aunque el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, dijo que la propuesta de Biden era «inviable», los negociadores israelíes han seguido trabajando con él.
El acuerdo de Biden era casi idéntico a una propuesta de alto el fuego que aceptó Hamás, como base para las negociaciones, a principios de mayo.
En junio, el Consejo de Seguridad de la ONU aprobó la Resolución 2735, que también sigue las líneas generales del marco anunciado por Biden, aunque en términos mucho menos detallados.
La premisa principal es que un alto el fuego se llevaría a cabo en tres etapas: las dos primeras durarían aproximadamente seis semanas cada una y la última implicaría años de reconstrucción.
Las etapas
Etapa 1: En las primeras seis semanas de un alto el fuego, habría un «cese temporal» de las operaciones militares tanto por parte de Israel como de Hamás. Las tropas israelíes se retirarían por etapas y los palestinos desplazados podrían regresar a sus hogares.
Se permitiría la entrada de ayuda humanitaria a Gaza y se intercambiaría el primer grupo de rehenes israelíes. Entre los rehenes israelíes habría mujeres (incluidos soldados), niños, ancianos y enfermos. Se intercambiarían por cientos de prisioneros palestinos, en su mayoría mujeres, niños, ancianos o enfermos.
Etapa 2: Las negociaciones sobre la segunda fase del alto el fuego comenzarían durante la primera fase. Continuarían los suministros para alojar y alimentar a los cerca de 2 millones de palestinos que han sido desplazados y comenzarían los planes para reconstruir las infraestructuras destruidas en Gaza. Se relajarían las restricciones israelíes en el paso fronterizo de Rafah, la frontera entre Egipto y Gaza.
También se intercambiaría el resto de los rehenes israelíes -civiles y soldados varones-. Pero, antes de que eso ocurra, el plan de tres etapas establece que debería haber «un retorno a la calma sostenible (un cese permanente de las operaciones militares y hostiles)».
Etapa 3: Consistiría en la reconstrucción general de Gaza a lo largo de varios años. Se devolverían los cuerpos de los muertos de ambos bandos.
También hay otros aspectos de un acuerdo de alto el fuego destinado a influir en Israel o Hamás. Por ejemplo, según el periódico estadounidense The Washington Post, se ha hablado de la retirada del grupo militante libanés Hezbolá de la frontera entre Israel y el Líbano, así como sobre la posibilidad de que Arabia Saudita normalice sus relaciones con Israel.
Pero sigue habiendo ciertas partes del marco básico sobre las que las dos partes no se ponen de acuerdo.
Puntos conflictivos del alto el fuego
Si bien un alto el fuego temporal durante la primera etapa parecía ser algo en lo que todos podían estar de acuerdo, lo que sucederá después ha sido objeto de intensas negociaciones.
Hamás quiere una garantía de que habrá un fin permanente de las hostilidades después de entregar los rehenes. Pero el Gobierno israelí dice que no quiere dejar de luchar hasta lograr una «victoria total» sobre Hamás.
A principios de julio, Hamás había declarado que aceptaría un acuerdo de alto el fuego sin una garantía inicial por escrito de Israel de poner fin a los combates.
El columnista de temas internacionales del Washington Post, David Ignatius, explicó el motivo de la aprobación de Hamás: una línea en la resolución del Consejo de Seguridad de la ONU de junio dice que «si las negociaciones duran más de seis semanas para la primera fase, el alto el fuego continuará mientras continúen las negociaciones». Eso significa que los combates deberían cesar mientras continúen las conversaciones de la primera fase, según Ignatius.
Ese lenguaje «permite que Israel se sienta lo suficientemente cómodo como para tener la capacidad de reanudar la lucha si Hamás deja de negociar de buena fe, y que Hamás se sienta lo suficientemente cómodo como para que los mediadores impidan que Israel reanude la guerra», escribió el diario Times of Israel.
Pero poco después, Netanyahu anunció otras condiciones «no negociables», una de las cuales era que Israel debía poder seguir luchando. Sus comentarios molestaron a los negociadores internacionales y a los políticos israelíes, quienes argumentaron que sus declaraciones ponía en peligro un acuerdo justo cuando las conversaciones estaban a punto de reanudarse. «A Israel parece interesarle más que Hamás alargue hasta el infinito unas negociaciones infructuosas», indicó la agencia de noticias estadounidense Associated Press (AP).
Esta semana, el New York Times vio documentos inéditos que demostraban que, aun cuando había dudas sobre la voluntad de Hamás de llegar a un compromiso, Israel había sido el socio «menos flexible» en las recientes conversaciones de alto el fuego. La oficina de Netanyahu lo niega. Los críticos del primer ministro israelí dicen que está prolongando la guerra por su propia supervivencia política. Y los socios de extrema derecha de la coalición que apoya a su gobierno dicen que no aceptarán ningún alto el fuego.
A principios de agosto, Ismail Haniyeh, uno de los principales negociadores de Hamás para un acuerdo de alto el fuego, fue asesinado en Teherán, muy probablemente por una bomba israelí.
¿Quién tomará el control en Gaza?
Israel está decidido a que Hamás no esté al mando en Gaza una vez que terminen los combates. Desde noviembre, Hamás ha insistido en que así debe ser, y también en que no quiere que su rival político, la Autoridad Palestina, asuma el poder. Según informes recientes, Israel y Hamás han acordado que una fuerza respaldada por la Autoridad Palestina y supervisada por otros países, incluidos países árabes, asuma el control temporal de Gaza.
Asimismo, Hamás quiere que Israel se retire por completo. Por su parte, Israel quiere mantener tropas estacionadas en puestos de control en el centro de la Franja de Gaza para que los soldados puedan detectar a palestinos armados. Ha habido algunas idas y venidas al respecto, y aparentemente Israel aceptó su retirada en mayo. Sin embargo, en una carta de julio a los mediadores en Roma, enviada por la oficina del primer ministro israelí y vista por el New York Times, Israel pareció quejarse de ello.
Otra zona polémica es el cruce de Rafah, en la frontera entre Egipto y Gaza, que el Ejército egipcio solía controlar. Israel afirma que debe permitírsele mantener el control de esta zona para evitar el contrabando de armas a Hamás.