El huracán Milton tocó tierra en Florida el miércoles por la noche, fluctuando entre las categorías 4 y 5 antes de debilitarse a categoría 3. A su paso, dejó a millones de personas sin electricidad ni agua y provocó tornados que destruyeron edificios en varias partes del estado.
Uno de los lugares más afectados fue el estadio Tropicana Field, hogar de los Tampa Bay Rays, cuyo techo fue arrancado por los intensos vientos, según publicaron varios medios como NBC News.
A medida que la tormenta se aleja de Florida, las autoridades locales han comenzado a evaluar los daños ocasionados, aunque se anticipa que llevará tiempo restablecer los servicios y reconstruir las áreas más golpeadas. Se estima al menos una decena de muertos por el paso de Milton al tiempo que se espera que el número de víctimas fatales aumente con el paso de las horas.
Nuevos sistemas en el Atlántico
Además de la perturbación cerca de Bermuda, el NHC también está monitoreando otras áreas de interés en el Atlántico. Una onda tropical se desplazó desde las costas de África y está generando lluvias y tormentas desorganizadas. Sin embargo, las condiciones ambientales no parecen ser favorables para un desarrollo significativo de este sistema en el corto plazo, de acuerco con USA Today.
El huracán Leslie, por su parte, continúa su trayectoria por el Atlántico norte, lejos de las costas estadounidenses, y se espera que se debilite en los próximos días.
Una temporada de huracanes por encima del promedio
Hasta la fecha, ha habido 13 tormentas con nombre en la temporada de huracanes del Atlántico de 2024, que oficialmente concluye el 30 de noviembre. Según expertos, esta temporada ha superado el promedio en términos de actividad, acumulando una energía ciclónica total (ACE) que clasifica al 2024 como una temporada de huracanes “por encima de lo normal”.
Con más de siete semanas restantes en la temporada, es probable que se observe la formación de más tormentas, siendo Nadine una de las candidatas más cercanas a recibir un nombre. Los meteorólogos instan a las comunidades a permanecer alertas, ya que la amenaza de más ciclones sigue latente.
El huracán Leslie continúa su ruta por el Atlántico norte, alejándose de Estados Unidos. (SMN)
Por qué se presentan estos fenómenos
La temporada de huracanes en el Atlántico se forma debido a una combinación de factores climáticos y oceanográficos que crean las condiciones ideales para el desarrollo de tormentas tropicales y huracanes.
Estos sistemas obtienen su energía del calor que se acumula en las aguas superficiales del océano. Durante los meses de verano y principios de otoño (de junio a noviembre), las aguas del Atlántico tropical y el Golfo de México alcanzan temperaturas por encima de los 26°C, el umbral necesario para alimentar la formación de tormentas.
Por otro lado, las ondas tropicales, o perturbaciones en el aire, son sistemas de baja presión que se originan generalmente en las costas de África y se desplazan hacia el oeste a través del Atlántico. Estas ondas sirven como el “germen” para el desarrollo de tormentas tropicales y huracanes, ya que el aire caliente y húmedo asciende, creando nubosidad y, eventualmente, tormentas más organizadas.
Para que una tormenta tropical crezca, necesita que los vientos en las capas altas de la atmósfera (conocidos como cizalladura del viento) sean lo suficientemente débiles. Si estos vientos son fuertes, pueden dispersar la energía y las nubes que se acumulan en la tormenta, impidiendo su intensificación. Por eso, las condiciones de cizalladura baja favorecen el desarrollo de huracanes más poderosos.
La temporada de huracanes del Atlántico 2024 supera el promedio en actividad ciclónica. (AFP/NOAA/Jose Romero)
La rotación de la Tierra, junto con el efecto Coriolis, ayuda a que las tormentas tropicales comiencen a rotar. Esta rotación es crucial para que las tormentas se organicen en el característico patrón circular de un huracán. El efecto Coriolis es más fuerte cerca del ecuador, lo que explica por qué la mayoría de los huracanes se forman a cierta distancia de esta zona.
El ambiente general en el Atlántico durante la temporada de huracanes, incluyendo la humedad en las capas bajas y medias de la atmósfera y la presión atmosférica relativamente baja, favorece la formación y el desarrollo de ciclones.
Corrientes como la del Golfo, que transporta agua cálida desde el Golfo de México hacia el Atlántico norte, también pueden intensificar las tormentas al proporcionar energía adicional. Cuando los huracanes se desplazan por estas zonas de aguas cálidas, a menudo se fortalecen rápidamente.